domingo, 6 de octubre de 2013

Capítulo 40 - Josh

-Fuera de aquí ahora mismo. ¡LOS DOS! - Grita Ana mientras se acerca y empuja a su hermana hasta que consigue sacarla por completo del piso y puede cerrar de un portazo. 
-Vaya... Parece que tu llegada ha sido la gota que ha colmado el vaso. - Dice Claudia con la vista clavada en algún punto de la puerta que hay frente a ella.
-Normal...
-¿Nos damos una vuelta? - Dice girándose.
La sigo hasta el ascensor en silencio y bajamos a la entrada del bloque de pisos. Cuando salimos, nuestros ojos tardan unos segundos en acostumbrarse a la luz, así que nos detenemos. Claudia aprovecha estos segundos para crear algo de conversación entre nosotros.
-¿Sabes de alguna cafetería buena donde poder tomarme un café bien cargado?
-Em... La última vez que vine estuve con Álex y Ana en una, pero no recuerdo dónde estaba.
-¿No eres de aquí? - Pregunta curiosas. Niego con la cabeza, sorprendido de que no haya notado mi acento - Genial - añade - dos desconocidos en una ciudad grande. ¿has asumido ya que vamos a perdernos?
-¿No eres de aquí? - Pregunto al mismo tiempo que empezamos a caminar.
-¿Yo? Llevo unos ocho años sin venir aquí. He vivido en París desde los diez años.
-¿En París?
-Sí - se encoge de hombros, quitándole importancia - ¿No te lo ha contado Ana?
-Nunca te ha mencionado.
-¿Nunca te ha contado lo nuestro y lo de la pequeña Rut.
-Me habló de Rut - la interrumpo. - Dijo que se había despistado y la habían atropellado. Pero nunca mencionó que tenía otra hermana.
-Que bien - comenta con sarcasmo - Te habla de nuestra hermanita fallecida y omite el detalle de que tiene una gemela con vida. 
Justo cuando voy a preguntarle por lo que acaba de decir, señala la acera de enfrente y cruza corriendo. Hemos encontrado una cafetería.
Una vez dentro, nos sentamos en una de las mesas más alejadas y pedimos a un camarero pelirrojo que se acerca a nosotros.
-Cuéntame. ¿Qué es lo vuestro y lo de Rut?
Claudia suspira antes de empezar a contar.
-Éramos pequeñas y siempre estábamos de pelea. Es algo nornal entre hermanas, pero lo nuestro era superior. Nos odiábamos. Un día, nuestros padres nos llevaron al parque. Ellos se distrajeron, no recuerdo la razón. Rut quería cruzar para ir a una tienda de chucherías, pero Ana se negaba a hacerlo sin nuestros padres. Yo quería cruzar también, así qe empezamos a discutir una vez más. Mientras tanto, la pequeña Rut cruzó sola y... Bueno, ya sabes el resto. - Guarda silencio para recuperar el aliento antes de continuar - A partir de ese momento, no fuimos capaces de volver a mirarnos. Llegados a ese punto, mis padres decidieron llevarme a Paris e ingresarme en una escuela privada de arte. Tenemos familia en Paris. 
-¿Una escuela de arte? ¿Eres actriz? 
-Más o menos. Intento serlo.
-Un momento. ¿Eso es lo que hacen los padres de Ana siempre que se van de viaje? ¿Ir a verte?
-Sí. Este año han aumentado las visitas. Han decidido trasladarme a una escuela en Nueva York y tenían que hacer mucho papeleo. También estaban preparándome para el reencuentro con mi hermana.
-¿Reencuentro? - Pregunto curioso.
-Sí. Llevaban meses pensando que era el momento de volver a ver a mi hermana. Así que se han quedado allí y me han dado una semana. Se supone que debería llamarlos para decirles cómo me ha ido. No sé qué voy a decirles.
Baja la cabeza y cruza sus manos por detrás, clavando así la mirada en la madera oscura de la mesa. No puedo hacer otra cosa que cogerla de la mano para intentar consolarla.
-Llámalos por la noche. Aún tienes unas cuatro horas para convencer a Ana.
-Jamás me perdonará, Josh. Me odia. Me alejé de los problenas, fui una cobarde. Mientras que ella se enfrentaba a la muerte de nuestra hermana y a una convivencia insoportable con mis padres, yo estaba en París alejándome de todo. Fui una cobarde.
-Dudo que a la edad de diez años fuera esa tu intención, Claudia.
Vuelve a hacerse el silencio y ambos bajamos las miaradas. Sigo agarrando su mano, pero ella no parece tener intención de soltarla.
-¿Por qué no cambiamos de tema y me cuentas algo sobre ti? ¿Quién eres? ¿De dónde eres? ¿Cómo conociste a Ana?
Y se lo cuento todo.
Absolutamente todo...
Cuando termina mi relato lo único que es capaz de decir es:
-No puedo creer que no te haya reconocido. En "Los chicos están bien" sales tan... distinto.
-¿Te gusta esa película?
-¿Bromeas? - pregunta con los ojos muy abiertos. - La adoro. Y para colmo has trabajado con Julianne Moore. ¡Amo a esa actriz!
Y así empezamos. Pasamos horas hablando de actores, películas, directores con los que nos encantaría trabajar... En algún punto de la conversación, Claudia decide hablar en inglés, lo que lo hace todo mucho más fácil. Poco a poco pasamos de ser unos completos desconocidos a ser de las personas que mejor conocen al otro. Claudia no ha tenido mucho éxito haciendo amigos en París, ha estado centrada en su formación como actriz. Descubro que su mayor sueño es aprender a hacer surf y viajar a Australia. Es una chica muy diferente a las que he conocido. Odia ir de compras y le encantan los deportes de riesgo.
El camarero llega con nuestro tercer café, aconpañado de un trozo de tarta de manzana. Claudia la odia, aunque se come la mitad casi sin respirar. Estamos riéndonos juntos cuando ella, que está recostada en su silla, mira por encima de mí con los ojos muy abiertos. Me doy la vuelta y observo como dos chicos entran en la cafetería. Los conozco, y si Claudia los ha mirado así también debe conocerlos. Son Adrián y Juan. Antes de darme cuenta, la mirada del primero y la mía se cruzan. Al principio, su expresión es dudosa, después pasa a la figura de Claudia y, con un movimiento violento, recorta la distancia que nos separa.
-¿Qué haces tú aquí? - Pregunta lo más calmado que puede, aunque está rojo de rabia. - Ana, ¿puedes explicármelo? - Ahora el odio se convierte en dolor. Me giro para observar a Claudia. Tiene una mezcla de confusión y cansancio en el rostro. - Te he llamado hace diez minutos. Me has dicho que no estabas de humor.
-¿Qué pasa aquí? - Pregunta Juan, colocando una mano sobre el hombro de su amigo. Después, clava la mirada en mí - ¿Josh?
-Ana, explícamelo. ¿Lo quieres? ¿No importa todo lo que te ha hecho? 
-Yo...
Quiero ayudar a Claudia, pero las palabras no consiguen salir.
-¿Le quieres o no? - Vuelve a preguntar Adrián.
Casi sin ser consciente, miro a Claudia y ella me devuelve la mirada. Por sus ojos pasan miles de sensaciones. Es tan parecida a su hermana y a la vez tan diferente, que hay momentos en los que las confundo y, al segundo siguiente, me siento capaz de identificarlas sin esfuerzo.
-Adrián...
-Déjame, Juan. ¿Quieres volver a ir detrás de él? ¿Es eso lo que quieres?
-Yo jamás he ido detrás de él, chico. - Dice girándose y enfrentándose a él, adoptando el mismo tono que ha usado hace unas horas conmigo.
-Ana...
-Ella no es Ana.
Todos nos giramos para mirar a Juan, quien tiene una sonrisa divertida en el rostro.
-¿Cómo que no? - Pregunta Adrián perplejo.
-¿Cuándo has vuelto, francesa?
Y entonces lo entiendo. A él reconoció Claudia cuando entraron en la cafetería. Juan había sido su amigo de la infancia. No solo de Ana, sino también de ella.
-Estás muy guapo, Juan. - dice Claudia algo más relajada - He vuelto hoy.
-¿De qué estás hablando? - Pregunta Adrián.
-Soy Claudia. La hemana de Ana.
-La hermana de Ana murió - afirma con seriedad Adrián.
-No su gemela. 
Claudia se sienta con violencia, pero después cambia de opinión y se levanta, me coge de la mano y me dirige hacia la salida.
-Ha sido un placer volver a verte, Juan. - dice justo antes de salir por la puerta.

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