martes, 13 de agosto de 2013

Capítulo 24 - Josh

Hace unos meses me invitaron a una fiesta de disfraces. Había camareras disfrazadas de enfermeras con faldas minúsculas o de policías con escotes vertiginosos repartiendo vasos de champán en bandejas o sirviendo aperitivos minúsculos que tu estómago apenas apreciaba. Recuerdo que había un jacuzzi en una de las esquinas y más de uno acabó cayendo en él. Pero esta fiesta, era muy diferente.
Atravesamos un arco bordeado con luces de neón y entramos en un establecimiento en el que no cabe ni un alfiler. La gente baila al ritmo de la música, gritan y cantan, se hacen fotos sin importar que haya tres personas en medio... A lo largo de una de las paredes, hay una barra de bar en la que tres camareras, disfrazadas de Supernenas, sirven bebidas y refrescos. En la esquina más alejada de la puerta, un grupo de hombres intenta conectar una infinidad de cables a un ordenador y a unos micrófonos. Por encima de sus cabezas, hay un cartel en el que puede leerse: 'karaoke'.
-¿Dónde ha ido Ana? - le pregunto a Álex al ver que ha desaparecido de mi lado.
Álex se encoje de hombre y, justo cuando lo hace, aparece la chica detrás de él.
-¡Tomad! - grita sobre el sonido de la música. - Una pepsi para ti – me entrega un vaso con cubitos y lleno de un líquido oscuro – y fanta de naranja para ti.
Alarga el mano con un vaso lleno de un líquido naranja hacia Álex. Éste se mira las manos, cubiertas por unos espesos guantes. Se quita uno y se lo guarda en uno de los bolsillo de los pantalones negros que lleva. Entonces coge el vaso y lo mira con detenimiento a través del casco que lleva puesto.
-¡¿Y cómo me bebo yo esto?! - grita.
-¡Ah, sí! - Ana saca una pajita y la mete en el vaso de Álex – Casi se me olvida.
Álex hace un gesto de aprobación con el pulgar e introduce el fino tubo por una de las muchas ranuras que tiene su casco.
No me molesto en preguntarle a Ana cómo sabe que quería una Pepsi ya que al parecer está bien informada. Ella lleva un vaso de tubo en una de sus manos protegida por un guante de aviador (que no se ha quitado) y bebe gracias a una pajita una bebida transparente. Supongo que será Seven Up.
-¿Y ahora qué hacemos? - pregunta Ana.
-¿Bailar? No sé, ¿qué se supone que se hace en una fiesta?
-¡Odio bailar Álex, deberías saberlo!
-¿Y si vamos a ver qué hay ahí? - grito por encima del ruido, señalando una puerta que hay justo enfrente y por la que entran y salen grupos de jóvenes – Parece que hay más espacio y tranquilidad para hablar.
Ambos asienten y nos dirigimos hacia allí. Cuando pasamos al otro lado de la puerta el ruido desaparece. Estamos en una sala de paredes negras, al igual que la anterior, pero con mucha menos gente. Tal solo hay un grupo de chicos en una de las cuatro mesas de billar y, entre ellos, una única chica disfrazada de niña del exorcista. También hay futbolines, dianas y máquinas de videojuegos.
-¿Un billar? - pregunta Ana.
Por encima de su cabeza, detrás de ella, veo a Álex negar con la cabeza, pero decido aceptar.
-Hecho, ¿con quién vas de pareja?
-¿Perdona? - Ana se detiene a mitad de camino entre la mesa e billar y me mira a través de las gafas plateadas.
-No, Josh – Álex me pasa un brazo sobre el hombro – Esta vez nos toca a nosotros ser la pareja. Ya lo entenderás – añade al ver mi mirada de perplejidad.
Sólo llevamos dos rondas cuando comprendo el por qué. Ana ya ha metido la mitad de sus bolas mientras que nosotros apenas acertamos, a pesar de que nos ha dejado tirar más de una vez seguida. Está sentada en una de las esquinas de la mesa, parece aburrida. Y no me extraña, Álex y yo no dejamos de quejarnos sobre quién es el que nos está haciendo perder.
-Cómo echo de menos a alguien contra el que me sea difícil ganar – se queja Ana, haciendo una mueca hacia mí para picarme.
-¿Cómo a tu maestro de billar? - pregunta Álex, y por primera vez desde que lo conozco muestra molestia en su voz.
Ana hace un ruido extraño con la garganta y baja de un salto de la mesa.
-¿Te molesta ser peor que él jugando al billar?
-No. - contesta, tratando inútilmente de ocultar su enfado – Pero no tengo ganas de que empieces a contarnos lo bien que te lo pasabas con quien tú ya sabes.
-Maldita sea, Álex – se queja Ana, mientras golpea con fuerza una de las bolas con el palo para intentar colarla por uno de los agujeros. Falla – Llevo una semana encerrada en mi casa y cuando saco tienes que sacar ese tema, ¿no?
-¡No he sido yo quién ha empezado!
Yo observo la discusión desde fuera, incapaz de saber de qué hablan. Me fijo en la chica que hay en la otra mesa, que camina hacia nosotros.
-¿Perdona? - dice, golpeando el hombro de Álex - ¿puedo hacerme una foto?
Álex retrocede rápidamente, chocando contra la mesa de billar y moviendo de sitio todas las bolas. Ana suelta el palo sobre la mesa de mal humor y se acerca a regañar a Álex pero, al igual que él, se queda petrificada mirando a la chica.
-¿Y bien?
Álex se da la vuelta y camina hacia la puerta, pero Ana lo coge de la capa negra y le da un tirón hacia atrás. Álex se tambalea y cae sobre la chica, quien lo sujeta con fuerza. Sin embargo, el vaso de naranja que llevaba Álex en la mano se vierte por completo sobre la camiseta de la chica.
Ana se tapa con ambas manos la boca y yo abro mucho los ojos. Álex permanece inmóvil. La chica, sin embargo, comienza a reírse.
-No pasa nada. Soy la niña del exorcista. Cuantas más manchas, mejor.
Ayuda a Álex a incorporarse y se pone junto a él. Le pasa su móvil a Ana y ésta hace la foto.
-¡Gracias! - grita eufórica mientras coge el móvil – Me encanta Star Wars. Antes no, pero mi mejor amigo es un friki y me convenció para ver la saga un día. Desde entonces me encanta. Por cierto, - dice, girándose hacia Ana – he visto como juegas. Es espectacular. Sólo conozco a un par de personas que juegan tan bien. Creo que les encantaría echarse una partida y...
Abre mucho los ojos y después los baja hacia su camiseta llena de mugre. Se la sube un poco hasta que la mancha de la bebida de Álex roza su nariz.
-Fanta de naranja.. - susurra. Entonces levanta la mirada y mira alternativamente a Ana y a Álex - ¡¿Si sabéis quien soy por qué no me saludáis?!
Ana sonríe forzadamente y Álex intenta de nuevo una maniobra de evasión que acaba con Ana agarrándolo por el cuello de la camiseta negra y susurrándole algo al oído. A mi lado, la chica sigue gritando en español cosas que no entiendo. Me imagino que no debe ser algo muy bonito.
-¡Puedo explicarlo! - grita Ana.
-No hace falta que expliques nada. Me imagino lo que ha pasado. Te ha pedido que vengas con él y, como es normal, no me has dicho nada por su petición. ¡Tú! - levanta un dedo, amenazante, y se acerca a Álex - ¿Ni siquiera vas a saludarme cuando me veas?
-¿Ocurre algo? - detrás de la chica aparece un chico alto y rubio, musculoso, disfrazado de rey. Lleva una larga capa roja y una corona enorme sobre la cabeza. También lleva una espada en uno de sus costados, sujeta por un cinturón.
-Son Álex y Ana. - por primera vez, sus ojos se clavan en los míos - ¿Y tú eres...? - al igual que Ana había hecho antes, la chica se tapa la boa con ambas manos y me sorprendo de la similitud de los movimientos de ambas.
-¡Nadie! - grita Ana, poniéndose delante de mí con los brazos abiertos. - No digas su nombre.
-Es verdad – susurra la chica entre sus manos – Está aquí por ti.
Ana grita y le pega un tortazo a la chica que la hace retroceder, pero apenas se inmuta. Sin embargo, el chico rubio que hay a su lado se inclina para ver cómo está. La chica niega con la cabeza y se ríe, entonces se da la vuelta y mira a Ana con curiosidad.
-Tú has mejorado mucho en esto de actuar, ¿eh? ¿Cuándo te han enseñado a pegar así?
-Mientras tú estabas en Barcelona – comenta, aunque con una pizca de maldad en su voz.
¿Barcelona? Mi cabeza empieza a funcionar. Ese chico, es Juán.
-¿Se puede saber por qué me pegas? - pregunta la chica que hay junto a Juán.
-¿Qué está pasando aquí? - se acerca un chico disfrazado de teléfono móvil y a este sí lo conozco. - ¿Quienes son?
-Hola, Adrián – contesto. - ¿Ya no me reconoces? Ayer averiguaste sin ningún problema quién era.
La chica, quien aún no sé quién es, emite una exclamación y se gira hacia Ana, boquiabierta.
-Sí – responde Ana a la pregunta que aún no ha formulado – Ha dado clases de español.
La chica sonríe pícaramente y se acerca a mí.
-¿Has aprendido español por ella?
-¡ESTEFI!
Y todas las piezas se unen. Al fin conozco a Estefi. La chica dolida y que siempre guardaba un rastro de tristeza tras sus ojos está frente a mí. Así es como me la había descrito Ana. Sin embargo, ahora parece mucho más feliz y supongo cuál es la razón: Juan.
Ante su pregunta mis mejillas enrojecen y maldigo que mi antifaz no las cubra. Se hace el silencio, aunque no espera a mi respuesta. La pregunta que ha formulado Estefi era una pregunta retórica. Al final, Ana es quien rompe el silencio.
-Bonito método para dar tu número de teléfono, Adrián.
Adrián mantiene la vista fija en los ojos de Ana. Ahora parece un chico muy diferente al que ayer conocí. Ahora su mirada reta a cualquiera. Abre la boca para responder, pero un chico nuevo aparece detrás de él, vestido de pitufo, responde en su lugar.
-No va a estar esperándote siempre. La vida continúa, Ana.
-Parece que mi disfraz no es tan bueno como esperaba si un paleto como tú, Miguel, puede reconocerme.
-Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Lo mismo pasa con las... - un chico sin disfraz se une al grupo. Ninguno de los presentes sabe lo que iba a decir. Una sombra cae sobre él y al segundo siguiente el chico está escupiendo sangre.
-¿Por qué no cierras la boca? - pregunta Juan, con el puño levantado, dispuesto a dar otro golpe.
-Sal de aquí – Adrián se ha acercado a Ana y la empuja hacia la puerta. Estefi se acerca a Álex y lo empuja también. Gira la cabeza y me mira por encima de su hombro, me hace un gesto para que los siga y la obedezco.
Aparecemos de nuevo entre el bullicio de la fiesta. Estefi me coge de la mano y me guía entre la gente hasta la salida, donde nos esperan los demás.
-¿Y Juan? - pregunta Ana, intentando ver entre la multitud.
-Estará bien – dice Estefi, sin conseguir ocultar su preocupación.
-Voy a asegurarme – dice Álex, escabulléndose junto a Estefi pero ésta es más rápida y lo agarra. - ¡Solo voy ayudar a tu novio! ¡Suéltame!
Da un tirón y Estefi suelta la capa. Al segundo siguiente, se ha perdido entre la gente. ¿Así que han vuelto?
-Lo siento – dice Adrián – Son unos estúpidos. En realidad me obligaron a ponerme este disfraz con mi número escrito. Ya sabes que nunca les has caído bien.
Se acerca más a ella y se alejan unos cuantos metros, así que soy incapaz de escuchar.
-Soy Estefi – me giro y veo cómo la chica me tiende la mano.
-Es un placer, Ana me ha hablado mucho de ti – contesto, estrechándole la mano.
-La mataría si no lo hubiera hecho – ambos reímos, liberando tensiones – Siento haber causado una mala impresión ahí abajo. Juan es un buen chico, pero esos dos son tontos.
-Tranquila, sino les hubiera pegado él lo hubiera hecho yo.
Ella sonríe. Tiene una dentadura perfecta, a pesar de que la mitad de sus dientes estén pintados de negro ahora mismo.
-Gracias por haber venido, seguro que ahora está mucho más feliz.
Mira por encima de mi hombro hacia Ana, quien ha dejado de hablar con Adrián y camina hacia nosotros.

-¿Y bien? - pregunta cuando llega - ¿Quieres que te lleve a dar una vuelta antes de volver al piso de Álex?

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