domingo, 4 de agosto de 2013

Capítulo 21 - Josh

Me quedo paralizado, observándola, hasta que alguien me da un golpe por detrás.
-¿Pero qué os pasa a vosotros dos? ¿Es que no pensáis ayudarla?
Álex ha terminado de subir las escaleras y se ha agachado para observar a Ana, que se ha desmayado. Coloca su cabeza en su regazo y le toma el pulso. Como me había contado antes, sus padres son médicos y él va a estudiar medicina también, algo que en estos momentos agradezco.
-Vamos a meterla dentro. ¿Me echáis una mano o vais a quedaros ahí parados?
Me acerco a ella y la cojo en volandas. Álex llama al timbre y después entra en la casa.
-¿María? ¿Estás aquí? Ana se ha desmayado.
-¡Oh, vamos! - Adrián le empuja y entra en la casa – No hay nadie. Está sola. Han vuelto a irse de viaje.
-¿Otra vez?
-¿No me has oído? - Adrián no se molesta en ocultar su irritación.
Mientras los dos se pelean yo avanzo con Ana en brazos y entro en el salón. Es una habitación no muy grande dividida en dos. En un lado hay una mesa y, en el otro, dos sofás rojos y un televisor de pantalla plana. La suelto con cuidado en uno de los sofás y me siento junto a ella. Coloco su cabeza en una de mis piernas y acaricio con cuidado su pelo.
En el otro sofá se sienta Adrián. Lo observo con atención y me doy cuenta de que no se parece en nada al chico que Ana me había descrito por mensajes. Pensaba que me encontraría con un creído, lleno de piercings y tatuajes, con ropa desaliñada; pero me ha sorprendido encontrarme con un chico inseguro y que viste con vaqueros y camisetas modernas. En la cara tiene varios agujeros que se abren cuando hace algún gesto, lo que muestra que sí ha llevado piercings, pero ya no.
Enseguida llega Álex con un vaso de agua. Incorporo a Ana, que poco a poco recupera el conocimiento.
-¿Estás mejor? - le pregunta Álex cuando se termina el vaso de agua.
Ella asiente con la cabeza.
-Me tengo que ir – interviene Adrián, levantándose – Mañana te llamaré y más te vale que me cojas el teléfono. Tenemos que hablar, ¿entendido?
Ana no parece muy convencida, pero finalmente asiente.
-Entendido.
Adrián se acerca a ella, se inclina y le da un beso en la frente.
-Juan y Estefi están muy preocupados por ti. Hablamos mañana – y abandona la habitación.
Nos quedamos en silencio. Ana aún no se ha fijado en mí, lo que hace que me pregunte si sabe que estoy sentado a su lado.
-Voy a por más agua – dice Álex.
Cuando nos quedamos a solas noto como se me acelera el corazón. Menos de un mes hablando con ella y cometo la locura de mi vida viniendo hasta aquí para quedarme en blanco, sin saber qué decirle.
-¿Estás aquí de verdad o he terminado de volverme loca? - pregunta en un perfecto inglés.
-No estás loca. Estoy aquí – le respondo en español y deslizo mi mano hasta coger la suya.
-¿Desde cuando hablas español?
-He dado unas cuantas clases – una sonrisa se dibuja en su rostro y, finalmente, clava sus preciosos ojos marrones en los míos.
-¿Qué haces aquí?
-Bueno... No respondías a mis mensajes.
Ella suelta una carcajada.
-No me puedo creer que estés aquí, Josh.
-Pues creételo, es verdad.
Volvemos a quedarnos en silencio y ella vuelve a romperlo, algo que le agradezco.
-Siento no haber respondido a los mensajes. Apagué el móvil hará cerca de una semana. No quería saber nada de nadie, y no lo he vuelto a encender.
-No importa. Algo me dice que no lo estás pasando muy bien últimamente. Y lo entiendo.
-Gracias.

Se tumba sobre mi hombro y al poco tiempo se queda profundamente dormida.

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