viernes, 29 de marzo de 2013

Capítulo 1. -Josh-


-Josh, ¿puedo pasar?
Me acerco corriendo a la puerta del trailer y la abro. Al otro lado me encuentro con mi compañera.
-Pero Jenn, ¿estás loca?
Está completamente mojada, de los pies a la cabeza. Entra dentro y se seca como puede en el esterillo mientras las gotas caen de su pelo. Me fascina esta chica. Solo ella puede tener ese aire de locura y madurez al mismo tiempo. Si no fuera una gran amiga incluso pensaría que siento algo más por ella. Pero sé que no es así.
-Tengo teléfono aunque no lo creas. Si me hubieras llamado te habría abierto la puerta antes y no estarías empapada. ¿Y no tienes paraguas? - le digo con una amplia sonrisa en la boca, ya que me divierte verla así.
-Sí. Pero ya me conoces. - entra en el interior del trailer mientras me sonríe y se sienta en el sofá - ¿Qué has estado haciendo?
-Intentar impedir el desarrollo de este virus que me parece que he pillado – llevo toda la tarde en el calor del calefactor y con treinta paquetes de pañuelos al lado.- ¿Y vosotros qué habéis hablado?
-Estaba hablando con Sam. Creo que va a ser de los primeros en llegar a Hawaii.
Hawaii. Estoy deseando llegar a ese paraíso tropical. Las playas son increíbles. Por no hablar de las ganas que tengo de surfear.
Nos quedamos en silencio un rato, pero no es un silencio incómodo. Ella pasa los canales en la televisión mientras yo leo 'En llamas' de nuevo. Desde que fui elegido para interpretar a Peeta estos libros forman parte de mi vida diaria. Ya he memorizado bastantes diálogos, algo que me encanta ya que son perfectos, como la persona que los escribió.
-Me siento rara. ¿Soy la única persona en el mundo que no tiene Twitter? - comienzo a reírme de nuevo, recordando todas esas bromas que hemos compartido Sam y yo sobre lo poco actualizada que está Jennifer. - No te rías. ¿Crees que debería hacérmelo?
-Yo creo que la gente te conoce como 'La chica sin Twitter'. - vuelvo a reírme hasta que veo su cara. Es entonces cuando me pongo serio. - A ver, Jenn. No hagas lo que no quieras hacer. Si estás bien sin Twitter, no te lo hagas. A veces es mejor no tener. Con Twitter puedes saber todo, absolutamente todo, lo que la gente piensa sobre ti. Malo o bueno.
Jenn me sonríe y vuelve a poner su atención en la pantalla. Pero a mí hablar de Twitter me ha hecho recordar que llevo varias semanas sin entrar. Cojo mi portátil y lo enciendo. Después entro en mi página de Twitter. Como siempre, primero miro las actualizaciones. Encuentro decenas de personas nuevas que me siguen, pero yo a ellos no. ¿La razón? No la tengo. Si siguiese a todos mis fans seguro que se sentirían especiales y bien. Pero yo no lo hago, y es algo que jamás entenderé. Miro unas cuantas menciones, pero nunca contesto, o casi nunca. De repente hay una que me llama la atención.
'Ey, @jhutch1992! ¿Te gustaría ayudarme con un problema de matemáticas? He oído que te gustan bastante.'
Releo la mención varias veces. La verdad  es que me encantan las matemáticas. Me quedo pensando un buen rato. Sí, ¿por qué no?
Paso rápidamente mis dedos por el teclado y le pregunto cuál es el problema. No pasan ni cinco minutos cuando, por segunda vez en la tarde, la puerta recibe unos rápidos y fuertes golpes. Me acerco a ella corriendo y la abro para descubrir un gran paraguas azul. Sam entra como un torbellino, me pone el paraguas empapado en la mano y se sienta corriendo en el sofá. Yo me quedo mirándolo sin moverme de la puerta.
-Por supuesto, Sam, puedes pasar. No vaya a ser que te mojes - le digo irónicamente y él me mira interrogante.
-Venga hombre, si me ibas a dejar entrar de todas formas. Así ahorro tiempo y tengo más para preguntarte lo siguiente – se pone derecho y carraspea, aclarándose la voz - ¿Qué es ese tweet que has puesto?
-¿Qué tweet? – pregunta Jenn antes de que pueda responder.
-Nada. He contestado a una fan – digo sin darle importancia mientras voy al baño y ejo el paraguas escurriendo en la bañera. Después me reúno con los dos en el sofá.
-No sólo ha contestado a una fan. – Ahora Sam se dirige exclusivamente a Jenn – Nuestro Josh no toca Twitter ni tres veces al mes. Este mes ya van cinco. Además de que no has contestado, estás manteniendo una conversación. Tú – me dice señalándome – le has hecho una pregunta.
-Me ha pedido ayuda con un problema de matemáticas. Sé que puede sonar estúpido, pero ya sabéis que me encantan. Y no hago mal a nadie ayudándola. ¿No? – miro interrogante a Sam. Éste suelta un bufido y me pide el portátil. Yo se lo doy de mala gana.
-Josh tienes que tener en cuenta que la fama es peligrosa. Contestar a una fan puede poner muy, pero que muy celosas a las demás. Podrías ocasionar un conflicto con esto.
-Por favor Sam eres un exagerado – pongo los ojos en blanco.
-Lo que tú digas. Con tu permiso voy a averiguar algo sobre la chica del problema.
-Eres un cotilla. No deberías mirar…
-Vaya, vaya. – me corta y noto que los ojos le brillan - La chica del problema es tributo – Jenn se mueve rápidamente y se pega a la pantalla. – También es una gran fan de... ¡oh, que sorpresa! Josh Hutcherson. Y todo el mundo la felicita por tu respuesta. ¡Qué bonito! – se seca una lágrima imaginaria y yo le quito el portátil.
-Te repito que esto – digo señalando el ordenador – no es asunto tuyo. – Me voy a dormir, no hagáis mucho ruido.
Cojo mi portátil y entro en mi habitación. Me siento en la cama y comienzo a leer los distintos comentarios que esta chica a colgado en Internet, no es que tenga nada mejor que hacer. No tengo nada de sueño y ahora mismo no me apetece aguantar las bromas sobre Sam. ¿Qué tiene de malo tener una conversación con una chica? Si todos los famosos trataran como iguales a las fans ellas estarían mucho más contentas, pero parece ser que Sam no comparte mi opinión. Poco después me llega la respuesta a mi pregunta. El problema. Un problema que me deja en vela toda la noche y que me provocará más de un dolor de cabeza.

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